Sardinas
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Entre mediados de la primavera y hasta el final del verano, es la mejor época para degustar las sardinas. En ese momento es cuando tienen toda su grasa y resultan una delicia simplemente cocinadas a la brasa. Este pescado azul, tan humilde como saludable, es rico es omega-3, un ácido graso poliinsaturado beneficioso para reducir el colesterol y los triglicéridos. Además de sano y económico, su versatilidad nos deja recetas como esta de sardinas en escabeche.
Ingredientes: 1 kg. de sardinas, ½ cabeza de ajos, 2 hojas de laurel, pimienta negra en grano, 1 rama de orégano fresco, 1 rama de tomillo fresco, 1 cucharadita de pimentón dulce de La Vera, harina, ½ litro de aceite de oliva virgen extra, 100 ml. de vino blanco, 100 ml. de vinagre y sal.
Elaboración: Comenzamos limpiando las sardinas, quitándoles las escamas, las tripas y la cabeza. Se lavan bien, se secan y sazonan con un poco de sal. En una sartén, con la mitad del aceite, se fríen las sardinas después de haberlas enharinado, sacudiendo previamente cualquier exceso de harina.
Freímos las sardinas a fuego vivo, de forma que queden ligeramente doradas por fuera, pero sin terminar de hacerse por dentro. Según las vayamos cocinando, las reservamos en un recipiente de barro, porcelana o vidrio.
Cuando hayamos terminado de preparar las sardinas, en el mismo aceite donde se han freído (siempre que no se haya quemado y no sea excesiva la cantidad de harina residual), añadimos los ajos, pelados y enteros, las dos hojas de laurel y el resto del aceite. Se fríe a fuego suave, y cuando los ajos estén ligeramente tostados, añadimos los aromáticos; el tomillo, el orégano y unos 10 granos de pimienta negra.
Cocinamos el conjunto durante unos minutos, e incorporamos el pimentón de La Vera, junto con el vino blanco. Dejamos que rompa a hervir y evapore el alcohol del vino, para añadir el vinagre y un poco de sal. Dejamos cocinar a fuego suave 5 minutos si que llegue a hervir.
Verter la preparación sobre las sardinas y dejar enfriar. Reposar en el frigorífico, por lo menos durante un día. Lo ideal es degustarlas a temperatura ambiente, al natural, en ensalada o incluso en bocadillo. Una vez escabechadas, se pueden conservar varios días en el frigorífico y son ideas para embotar para conserva.
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