En los últimos años, las bebidas vegetales han ido ganando protagonismo en España como alternativa a la leche de vaca. Cada vez más personas las eligen, ya sea por seguir una dieta vegetariana o vegana, por intolerancia a la lactosa o simplemente por preferencia.
Pero, ¿realmente pueden reemplazar a la leche de vaca en términos nutricionales? Un estudio de la Universidad de Copenhague, en colaboración con la Universidad de Brescia, ha confirmado lo que muchos sospechaban: en general, las bebidas vegetales tienen menos nutrientes.
La investigación analizó 1o bebidas vegetales disponibles en los supermercados, incluyendo opciones de soja, avena, arroz y almendra. Los resultados muestran que, en comparación con otro par de ejemplos de leche de vaca, estas bebidas tienen un aporte nutricional menor. Aunque algunas están enriquecidas con vitaminas y minerales, no siempre ofrecen los mismos beneficios.
Uno de los puntos clave del estudio es el contenido de proteínas. Mientras que la leche de vaca aporta alrededor de 3,4 gramos de proteína por cada 100 mililitros, la mayoría de las bebidas vegetales apenas superan 1 gramo. La excepción son algunas bebidas de soja, que pueden acercarse a esos niveles.
Sin embargo, la leche de vaca tiene una ventaja: su proteína es de mayor calidad, ya que aporta todos los aminoácidos esenciales en proporciones óptimas para el organismo. O esa, al menos, ha sido la conclusión a a la que ha llegado el estudio analizando estas referencias.
Otro aspecto fundamental es el contenido en minerales como calcio, fósforo y yodo. La leche de vaca es naturalmente rica en estos elementos, esenciales para la salud ósea y el metabolismo. Aunque algunas bebidas vegetales están enriquecidas con calcio, el cuerpo no lo absorbe con la misma eficiencia que el de la leche. Además, el yodo, clave para el buen funcionamiento de la tiroides, está presente en cantidades muy bajas en la mayoría de las bebidas vegetales.
El perfil de grasas también varía. La leche de vaca tiene una combinación equilibrada de ácidos grasos saturados y no saturados, mientras que las bebidas vegetales presentan perfiles muy diversos. Algunas, como las de almendra o avena, contienen principalmente grasas insaturadas, mientras que otras, como las de coco, tienen niveles más altos de grasas saturadas. Esto no significa que sean menos saludables, pero sí que su impacto en el organismo es diferente.
La cuestión es comprender que no son alternativas ad hoc, en el sentido nutricional, sino que tienen sus diferencias –igual que las propias bebidas vegetales las tienen entre sí, en función de productores o ingredientes–, por lo que no puede establecerse una comparativa totalmente precisa sobre recomendaciones o no. Más allá, además, de otras consideraciones de carácter medioambiental o social que podrían intentar influir en el consumidor.
No obstante, el estudio recalca en sus conclusiones que sí sería conveniente que hubiera un mejor etiquetado en los envases. Al menos, para ayudar a los consumidores a que eligieran el producto que más afín fuera a sus necesidades nutricionales o de si sería conveniente explicar los aminoácidos esenciales de la bebida. Del mismo modo, el trabajo conjunto de ambas universidades también redunda en que sería importante comprender que hay que reducir el consumo de procesados y ultraprocesados.
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