Pocas localidades en España pueden presumir de ser al mismo tiempo un destino enoturístico de primer orden y un enclave histórico que parece sacado de un cuento medieval. Entre ellas destacan lugares como Elciego, en la Rioja Alavesa, donde la modernidad de la bodega de Marqués de Riscal convive con un casco histórico lleno de encanto; o Peñafiel, en Valladolid, cuyo imponente castillo domina el paisaje de la Ribera del Duero y alberga el Museo Provincial del Vino. Sin embargo, si hay una localidad que combina vino e historia con un equilibrio perfecto, esa es Olite, en Navarra.
Situada en el corazón de la Comunidad Foral, a apenas 40 kilómetros de Pamplona, Olite es un viaje directo a la Edad Media. Su perfil está dominado por uno de los castillos más impresionantes de España, el Palacio Real, un edificio que, con sus torres, almenas y patios, transporta al visitante a una época de reyes, caballeros y trovadores.
Vista nocturno del castillo de Olite, en Navarra. ©Visit Navarra.
Pasear por las calles de Olite es descubrir un casco antiguo lleno de rincones con historia, donde los palacetes blasonados, las iglesias góticas y las bodegas centenarias se entremezclan en una armonía única.
El Palacio Real de Olite es la joya de una corona repleta de gemas. Construido en el siglo XV por orden del rey Carlos III de Navarra, este castillo-palacio es un claro ejemplo del estilo gótico civil francés, con influencias borgoñonas. Lo que hace único a este castillo es su apariencia de laberinto, con estancias, pasillos y torres que se suceden sin un orden aparente, creando una estructura que parece salida de una fantasía medieval.
Durante la Edad Media, fue uno de los palacios más lujosos de Europa, con jardines colgantes, estanques y hasta un pequeño zoológico. Hoy en día, es posible recorrer sus murallas, subir a sus torres y maravillarse con las vistas que ofrece sobre el casco histórico y los viñedos que rodean la localidad.
El castillo se puede visitar durante todo el año, aunque en verano se convierte en el escenario de eventos culturales, como representaciones teatrales y espectáculos de luz y sonido que recrean la vida en la corte navarra.
Para los amantes de la historia, recorrer sus estancias es una experiencia inolvidable. La entrada cuesta entre 3,5 y 5,5 euros, dependiendo de la modalidad de visita, y hay recorridos guiados que permiten conocer en profundidad los secretos de este monumento.
El castillo de Olite. ©Visit Navarra.
Pero Olite no es solo su castillo. La Iglesia de Santa María la Real, con su impresionante portada gótica y su retablo renacentista, es otro de los imprescindibles. A pocos metros, la Iglesia de San Pedro, con su torre románica y su claustro, completa el recorrido histórico de la localidad. Y, por supuesto, no hay que perderse sus callejuelas empedradas, donde cada rincón parece tener una historia que contar.
Más allá de su patrimonio medieval, Olite es la capital del vino en Navarra. Sus tierras forman parte de la Denominación de Origen Navarra, una de las más antiguas de España. En la localidad y sus alrededores se encuentran algunas de las bodegas más importantes de la región, como Bodegas Ochoa, Marco Real o Pagos de Araiz.
Fiesta de la Vendimia. ©Visit Navarra.
Muchas de ellas ofrecen visitas guiadas con catas incluidas, donde se pueden degustar vinos tintos, rosados y blancos de gran calidad. Además, cada verano, Olite se viste de fiesta para celebrar la Fiesta de la Vendimia, un evento en el que se organizan catas populares, desfiles y actividades relacionadas con el mundo del vino.
También, el Festival de Teatro Clásico de Olite, que se celebra en julio y agosto, convierte la localidad en un gran escenario al aire libre, con representaciones en el castillo y otros rincones históricos.
Imágenes | Visit Navarra /
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