Aún recuerdo a mi madre imponiendo su ley y orden ante mi animadversión infantil a los garbanzos, e inculcándome con mano firme que el plato debía quedar siempre vacío, considerando que dejar comida en él era la encarnación de todos los males. Quizá por ello siempre he tenido una tendencia a no dejar ni miga, que mi metabolismo perezoso ha aprovechado para hacer de las suyas. Solo le faltaba a mi madre sacar el boletín de denuncias, algo que de alguna manera ponen en práctica en el restaurante australiano Wafu.
En realidad no es tan sencillo, pues la filosofía de Wafu no está encaminada tanto a sancionar como a desarrollar una reflexión en torno a la comida, pidiendo al cliente antes de traspasar la puerta que acepte sus condiciones y sea consciente de la cantidad de alimento que va a encargar. Legalmente, en Wafu no tienen autoridad para multar, de manera que la sanción se traduce en una rebaja considerable en la cuenta si se cumple el compromiso de terminar la comida, ya que los precios de cada plato son intencionadamente abultados. Si el comensal no se ve capaz de comerlo todo, pero ha sido previsor y lleva consigo recipientes adecuados, podrá llevar los restos de comida a casa y también obtendrá el descuento.
Wafu, regentado por Yukako Ichikawa, es un restaurante preocupado por el respeto a la naturaleza, la sostenibilidad y la comida sana, tomando especial cuidado en ofrecer todos sus menús libres de gluten, lácteos, huevo, glutamano monosódico y azúcar refinado, y algunas de sus recetas son aptas para veganos.
Vía | Ebooking
Imagen vía | Markos Cosimi Cannata en Flickr
Más información | Wafu
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