Solo per Due (“solo para dos”, en italiano) asegura ser el restaurante más pequeño del mundo. Situado en el pequeño pueblo de Vacone, en la región del Lacio, a menos de una hora en coche de Roma, su única mesa disponible tiene que ser reservada con meses de antelación. No es de extrañar, dado que solo se da de cenar a dos personas por servicio.
El menú para dos tiene un precio cerrado de 500 euros y sus platos se configuran en función de los gustos del cliente, siempre dentro de una oferta gastronómica 100% italiana. “Una vez confirmada la reserva, nuestros huéspedes podrán elegir el menú de varios platos, ya sea de pescado o de carne, el postre, los vinos, la música de fondo y las decoraciones florales”, explicaba a la CNN uno de sus propietarios, que prefiere permanecer en el anonimato.
“Preparamos en casa solo comida italiana de temporada acompañada de vinos de primera calidad”, apuntan. Entre los platos más demandados están los raviolis en forma de corazón, ostras, cigalas, el carpaccio y, de postre, el tiramisú con corazoncitos de chocolate blanco. Para terminar, se suele servir una tarta con forma de corazón, con el nombre de los dos comensales.
El precio incluye el vino, pero no champanes, vinos especialmente elegantes y composiciones florales especiales. También hay servicios adicionales. Si se solicita, se puede reservar un conductor privado para que recoja a los huéspedes y se pueden realizar fuegos artificiales en el jardín.
Solo hay una norma: no llegar antes del tiempo acordado. La puerta del restaurante se abre solo a partir de la hora establecida. Al llegar, la plaza y el jardín se iluminan con antorchas que “añaden un encanto misterioso y antiguo al ambiente”.
Una experiencia exclusiva
Aunque Solo per Due es un restaurante con cierto nombre en Italia y muy buenas valoraciones en plataformas como Tripadvisor –aunque sea tan solo por lo extravagante de la propuesta– sus dueños tratan de que la experiencia sea lo más privada posible.
Los propietarios, un equipo de tres empresarios locales que llevan 33 años gestionando el restaurante, se niegan a revelar sus nombres a menos que hayas reservado una cena. Para hacerlo es necesario hablar por teléfono con los anfitriones, para configurar el menú, conocer las normas de la experiencia y sincronizar la hora de llegada. Esto, aseguran, es necesario para garantizar la máxima discreción y realzar el misterioso encanto del lugar.
Durante la cena, de hecho, apenas se ve al servicio, que solo entra y sale del comedor para traer y llevar la comida. Siempre hay un camarero disponible, pero permanece oculto a menos que se le llame con una campanilla situada sobre la mesa.
Una mesa para dos, en una gran villa
Aunque se anuncia como el restaurante más pequeño del mundo, lo cierto es que sería más correcto asegurar que se trata del restaurante que atiende a menos comensales por servicio del mundo, pues el espacio en sí no es nada pequeño.
Solo per Due está situado en una casa de piedra, de estilo rural, de unos 50 m2, construida junto a las ruinas de una antigua villa romana. Las ruinas de la antigua villa, cuyos actuales dueños aseguran que perteneció al poeta Horacio, conservan mosaicos y columnas de piedra, que pueden visitarse antes de la cena.
La casa está rodeada, además, por un jardín, decorado con distintas especies de palmeras y con vistas al valle, repleto de viñas y olivos. Durante el verano, los huéspedes pueden optar tomar un aperitivo al aire libre antes de pasar al comedor, bajo una pérgola situada a la sombra de las parras.
Para algunos todo esto puede parecer una horterada, pero el restaurante es un éxito y, a juzgar por las opiniones sobre el restaurante, las parejas marchan encantadas: “El servicio más exquisito que he recibido en mi vida, un señor entrañable en un ambiente que nos transporta a cuando el mundo sabía ser romántico”.
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