Tras estallar la burbuja de las proteínas alternativas a la carne, el mercado, como se preveía, se está estabilizando y vuelve a protagonizar las mayores innovaciones de la industria alimentaria en todo el mundo. La ciencia, sin embargo, sigue sin tener muy clara su posición respecto a las ventajas e inconvenientes que presentan, pues aún son alimentos de consumo muy reciente.
Para tratar de arrojar algo de luz sobre sus implicaciones sobre la salud de la población son cada vez más los estudios que analizan sus componentes y efectos en comparación con una alimentación tradicional. No hablamos de comprar dietas vegetarianas o veganas con una dieta omnívora, cuestión ya mucho más investigada, sino cómo afecta sustituir la carne o pescado y sus derivados por estos nuevos alimentos procesados, conocidos como plant-based meat alternatives o PBMA, por sus siglas en inglés.
Este mes de marzo se ha publicado en la revista Food Research International el trabajo 'Are novel plant-based meat alternatives the healthier choice?' ('¿Son las nuevas alternativas vegetales a la carne la elección más saludable?'), que precisamente indaga sobre estas cuestiones analizando la literatura científica más reciente en este campo.
Sus autores, Rowan El Sadig y Jianping Wu, del Departamento de Ciencias Agrícolas, Alimentarias y Nutricionales de la Universidad de Alberta (Canadá), destacan en sus conclusiones que la inabarcable variedad de estos productos, que además no deja de crecer casi cada mes, hace muy difícil establecer conclusiones generales claras y concisas sobre si son saludables o no. El contenido nutricional es muy variable de unos a otros, así como sus ingredientes.
En el lado positivo a favor de estos productos resaltan que son una buena fuente de fibra vegetal, generalmente poco calóricos y también bajos en grasas saturadas, normalmente sin colesterol ya que no contienen ingredientes animales -salvo excepciones que no sean veganas o puedan llevar huevo, por ejemplo-.
Sin embargo, en el lado contrario, son alimentos con una calidad proteica mucho menor a la carne y el pescado, no son una buena fuente de hierro y en su mayoría carecen de vitamina B12. Además suelen tener grandes cantidades de sal, en ocasiones azúcares añadidos, y antinutrientes que, si bien no son por sí mismos un problema, sí pueden interferir en la absorción de otros nutrientes esenciales cuando se limita mucho la alimentación.
Por tanto, los investigadores advierten que la población más vulnerable o con necesidades nutricionales concretas, como niños, embarazadas, deportistas de élite, ancianos o enfermos crónicos, puede sufrir carencias nutricionales si sustituye la carne por estos alimentos en cuanto a la ingesta adecuada de proteínas, hierro y vitaminas del grupo B, especialmente la B12, que los vegetarianos y veganos deben suplementar.
Además, recuerdan que son productos que entran, en su mayoría, en la categoría de ultraprocesados, por lo que señalan la necesidad de producir o fomentar alternativas más nutritivas que han sido mínimamente procesadas, como son las conservas de legumbres o el tofu, para que la población se beneficie de sus ventajas. "La sustitución de la carne roja por alimentos vegetales saludables se asocia a un menor riesgo de enfermedades cardiovasculares, diabetes de tipo 2 y mortalidad total", recuerdan.
El trabajo concluye señalando que hace falta una mayor investigación y más pruebas sólidas a largo plazo que analicen el impacto de las alternativas vegetales a la carne en la salud, y recomiendan al consumidor leer detenidamente las etiquetas de estos productos para elegir aquellos alimentos que mejor se adapten a sus necesidades nutricionales y de salud.
Imágenes | Unsplash/LikeMeat - Marco Verch
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