El potaje de garbanzos con bacalao, o potaje de vigilia, es un clásico de la Semana Santa, que deriva del tiempo en que no se comía carne en estas fechas. Hoy ya son pocos los que conservan la tradición del ayuno, pero la gastronomía está repleta de platos con bacalao típicos de estas fechas.
Para hacer un potaje clásico, debemos partir de garbanzos secos, que han de estar en remojo al menos desde la noche anterior. Pero si queremos acelerar los tiempos y no complicarnos la vida, se puede hacer una versión del plato usando garbanzos de bote.
Para prepararlo empezamos calentando un fondo de aceite de oliva en una sartén en el que freímos un puñado de almendras, dos dientes de ajo y un par rebanadas de pan seco. Vigilamos bien para que no se queme nada y vamos retirando los ingredientes según se vayan dorando. Los introducimos en el vaso de una picadora y agregamos 7 u 8 ramas de perejil fresco, tallos incluidos. Picamos y reservamos.
Ahora picamos finamente una cebolleta y la pochamos en una cacerola con un fondo de aceite de oliva caliente. Si tapamos la cacerola se hará más rápido. Cuando la cebolleta esté tierna y ligeramente dorada añadimos el pimentón, removemos e, inmediatamente después -para que no se queme- incorporamos un tomate grante triturado.
Después agregamos la picada de almendra, ajo, pan y perejil que tenemos reservada, el bote de garbanzos escurridos y caldo de verduras hasta que cubra. Tapamos nuevamente para levantar rápidamente el hervor.
Por último añadimos los huevos cocidos, picados finamente y, si queremos, bacalao desmigado y desalado. Y ya solo queda cocinar todo junto durante 5 minutos y poner el potaje a punto de sal y pimienta el potaje.
Si queremos darle un punto extra de sabor, le podemos añadir un puñado de espinaca fresca al final y dejamos que se cueza con el calor residual. Super recomendable.
Ya solo queda poner la mesa, colocarse la servilleta, remangarse y disfrutar.
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