Restaurante La Salvaora, una taberna española con un giro moderno en Valencia

Tras una fachada con cierto toque añejo y nostálgico se encuentra el restaurante La Salvaora, una taberna española con un giro moderno en Valencia, algo que se aprecia en cuanto traspasamos el umbral y nos encontramos en un pequeño local con una decoración muy cuidada que combina lo tradicional con lo moderno, acorde con lo que saldrá luego de la cocina.

Así, entre muros de piedra, suelos de mármol blanco y sillas de madera, pero con una iluminación muy cuidada y una mantelería y vajilla deliberadamente moderna, nos dispusimos a disfrutar del menú diario, que consta de tres entrantes, un plato principal a elegir entre diversas opciones y un postre, todo por unos ajustados 12 euros, bebida aparte.

Siempre me gusta hacer hincapié en el precio de los menús, porque es crucial a la hora de juzgar lo que luego se va a degustar. Este, desde luego, se presentaba como muy tentador, sobre todo dado los platos a escoger (atún a la plancha, arroz de pato, solomillo de cerdo...) y también por las buenas recomendaciones que habíamos oído del local.

Para entrar en materia empezamos con dos de los entrantes. Por un lado, un paté de zanahoria, queso de cabra y nueces, suave y delicado, aunque quizás con excesivo aceite de sésamo para mi gusto; por el otro, una croqueta de jamón ibérico al Pimentón de Ojilla, que si bien estaba muy rica, tampoco llegó al nivel de excelsa.

El tercero de los entrantes fue una ensalada de judías con parmesano y vinagreta de estragón. Las judías estaban crujientes, como cabe de esperar en una ensalada, y aunque la salsa estaba muy rica, no acababa de entenderse el plato como un conjunto.

Entre la amplia oferta de platos principales escogimos el arroz y el pescado del día, aunque también nos tentaron unos huevos de corral con patatas fritas confitadas y jamón ibérico y un solomillo de cerdo sobre crema suave de patatas y frutos rojos.

El arroz del día era un arroz meloso de pato con setas elaborado con arroz D.O. de Valencia, mientras que el pescado era un atún a la plancha con almendras sobre un lecho de pisto de verduras. No podría decir nada malo de ninguno de los dos, el arroz estaba en su punto y el atún cocinado perfecto, pero su sabor tampoco logró labrarse un hueco en mi memoria.

Los postres, por contra, sí que estaban muy buenos, tanto la mousse de Baileys como las fresas con espuma de yogur estaban deliciosos. Ligeros y delicados, pero no faltos de sabor, pusieron el broche a una visita agridulce al restaurante La Salvaora, pues si bien todo estaba correcto, el ambiente general era muy agradable y el trato de los camareros exiquisito, nada de su cocina consiguió alcanzar las expectativas que había generado, lo cual no quita que sea un buen sitio para comer si estamos por el centro.