El restaurante de la bohemia literaria barcelonesa que jamás debió claudicar

Si algún establecimiento merece ser llamado literario en el corazón de la Barcelona más novelesca, ese es Casa Leopoldo, un establecimiento mítico en conocido por ser el punto de encuentro de escritores como Manuel Vázquez Montalbán, Maruja Torres y Eduardo Mendoza, en sus años más prósperos.

Aunque este mítico local había cerrado sus puertas recientemente, este mes de marzo ha vuelto abrir de la mano del grupo de restauración Banco de Boquerones, que tiene en total ocho restaurantes, y que quiere mantener el espíritu del antiguo restaurante.

Este grupo de restauración ha abierto las puertas del local enseña de la Barcelona más ravalera para mantener su esencia tanto a nivel estético como de cocina. El interiorismo es obra del estudio de interiores Barbara Lange.

Casa Leopoldo ha sido, tradicionalmente, un refugio de intelectuales, políticos, artistas y toreros desde 1929. Por su localización en el número 24 de la calle Sant Rafael habían pasado grandes estrellas y, más que nada, la bohemia literaria.

Además, este establecimiento de referencia de la cocina catalana era también uno de los ineludibles puntos de encuentro de los periodistas culturales de la ciudad, auspiciando almuerzos de presentación de espectáculos, libros y películas.

Uno de los signos distintivos del espacio era, sin duda, su cocina tradicional, donde se podían pedir platos como las clásicas albóndigas con sepia o guisos con callos de los que ya no se encuentran.

Ese rincón del Raval, no obstante, terminó descarrilando por culpa de la crisis y los cambios en el barrio del Raval. La empresaria Rosa Gil, al frente del establecimiento desde que su padre fundara el restaurante en 1936, dejó de regentar el local.

Le siguió el proyecto de Romain Fornell y Oscar Manresa para mantener viva la llama del local, cometido al que se impuso la pandemia del coronavirus poco después de haber abierto, lo que provocó que Casa Leopoldo volviera a hacer aguas.

Después, los vecinos del barrio alertaron de que el restaurante había caído en manos del modelo de restauración chino con un menú de 12 euros y una propuesta culinaria que nada tenia que ver con la que se comía la bohemia.

Ahora parece que el esplendor vuelve a poder ser posible en este establecimiento con el arranque de los nuevos propietarios, una familia formada por el barcelonés Bruno y la argentina Sophie.

Al frente de grupos como Grandvalira en Andorra o Aramón en Aragón, y creador (con otros socios) de la Sangría Lolea, Bruno y Sophie tienen nueve restaurantes propios: Elsa y Fred, Casa Lolea, Casa Rafols, Club 61, Can Framis y Sophie gastrobar, Pepeta, BRU y Casa Leopoldo. "Todos ellos con un firme propósito de conservar la cultura histórica y gastronómica de nuestra maravillosa ciudad", explican.