No son muchas las ciudades que, incluso en un país como España, puedan presumir de tener una historia documentada de más de tres mil años de antigüedad. Algo de lo que sí presume –y con razón–, la ciudad de Cartagena.
Ya habitada desde tiempos de los fenicios, pero fundamental durante el período cartaginés (de ahí el Cartago Nova de su nombre, del que ahora deviene su topónimo), la ciudad luego sería imprescindible para el imperio romano.
Después, aunque con menos brillo, seguiría siendo importante durante el período musulmán, recobrando su esplendor durante la Reconquista y aumentando su relevancia militar como uno de los grandes puertos del Mediterráneo.
Toda una historia ligada al mar, a la marina e, incluso, a ser el hogar de algunos de los grandes hitos de la tecnología española como es el desarrollo del primer submarino que encumbran a una ciudad que descubrir en 48 horas y donde no falta el turismo cultural, el turismo activo, sus planes de playa y, por supuesto, una gastronomía a la altura que mezcla lo mejor de la huerta con lo mejor de las lonjas.
Es lugar además para hacer un alto en estrellas Michelin como Magoga. También para darse un capricho a base de michirones, la legumbre local, auténtica estrella de su cocina tradicional, o buscar un buen arroz al caldero.
Día 1: la Cartagena antigua
Partiendo de la base de que 48 horas en Cartagena son pocas, la realidad de la ciudad, con algo más de 215.000 habitantes, es la de una urbe en recuperación que, tras la transformación industrial, está cobrando una vida cultural que ha sabido mezclar su legado trimilenario con su historia reciente.
Mañana: de romanos y cartagineses
Cartagena nunca fue una ciudad menor, ni para cartagineses ni para romanos. Del paso de ambos se encuentran abundantes ruinas que merecen más de una parada. Por la mañana, un buen plan es acercarse al teatro romano, monumento más visitado de la Región de Murcia.
En él, además se encuentran las ruinas de la Catedral de Santa María la Vieja y también en él podemos disfrutar de un Museo del Teatro Romano, una obra de Rafael Moneo, que permite en el centro histórico de la ciudad de descubrir los detalles de una construcción con más de 2.000 años de historia.
También conviene, si del centro se habla, acercarse a la muralla púnica. Se trata de uno de los pocos restos de la herencia cartaginesa de Cartagena y tiene el honor de ser la única muralla púnica que se encuentra en Europa. También de murallas, aunque algo posteriores, debemos hablar de los restos de la muralla bizantina, cercana al antiguo teatro, y que también da testimonio de la relevancia en el Bajo Imperio Romano de la ciudad.
La ruta romana tampoco estaría rematada sin acercarse a la Casa de la Fortuna, una antigua domus romana, erigida en el siglo I antes de Cristo y que es uno de los mejores ejemplos de mosaicismo y muralismo de Roma en la península.
Comida: buscando marineras
Pocas elaboraciones de barra de bar hay más clásicas en la Región de Murcia que las clásicas marineras. Una ensaladilla rusa montada sobre una rosquilla de pan y con la corona de una anchoa da sentido a esta tapa, típica donde las haya. Si es con anchoa, marinera. Si es con boquerón, marinero. Si se come boquerón y anchoa juntos, pero sin rosquilla ni ensaladilla, se conoce como matrimonio.
En La Uva Jumillana y en Bodegas La Fuente. También aquí se puede pedir la caña con tapa más rara de España: una caña en la que puedes solicitar otra caña –como tapa–. Juramos que nunca hemos visto nada parecido.
Además del mundo de las marineras, en La Uva Jumillana conviene reparar en los clásicos michirones. También es un buen sitio para probar los clásicos tigres, otro de los emblemas de la cocina marinera e imprescindibles si se visita Cartagena.
El remate, evidente en la ciudad, es el de disfrutar de un clásico café asiático. Una poderosa mezcla que tiene su propia liturgia y su propio vaso donde se encuentran leche condensada, café, Licor 43, canela y un poco de ralladura de piel de limón. Un sitio icónico para probarlo, en las afueras de la ciudad, es el Bar Pedrín.
Tarde: de museos y de historia
Perfecta para una tarde de primavera, recorrer Cartagena es sumergirse en una ciudad con atractivos turísticos a cada paso. El casco histórico, consolidado a partir de la Reconquista, sigue siendo una tentación para pasear al aire libre y descubrir más encantos.
El Castillo de la Concepción, que también es Centro de Interpretación de la Historia de Cartagena, es un buen plan para conocer más de la ciudad. También sus alrededores, guarnecidos por el Parque Torres, lo convierten en otro buen plan para disfrutar de la ciudad.
No debería faltar además, para más amantes de la historia, la visita a dos de los museos arqueológicos que hay en España. Uno de ellos es el Museo Arqueológico Municipal Enrique Escudero de Castro, que hace hincapié en la historia antigua de Cartagena.
Sin embargo, también espectacular es el Museo Nacional de Arqueología Subacuática (ARQUA), el mejor de Europa en este sentido, y en el cual se conservan piezas e historias alrededor de los pecios y hundimientos de toda índole.
Cena: Mi Mare
Aunque más adelante hablaremos de ellos, ya ponemos sobre la pista de María Gómez y Adrián de Marcos con Mi Mare. Este restaurante aboga por hacer una cocina cercana, buscando sabor y buen producto sin complicaciones, que resulta perfecto para un picoteo nocturno.
Su tortilla de patatas, la hamburguesa –con carne madurada–, los quesos locales o las ensaladas son una buena puerta de entrada para este restaurante que demuestra que se puede picar con sentido y sabor en la ciudad.
Día 2: la Cartagena contemporánea
Cartagena volvería a experimentar un boom en el siglo XIX, momento de gran transformación de la ciudad y momento en que se convierte en uno de los puertos más importantes del Mediterráneo otra vez.
La industrialización de Cartagena, crecida al albor del comercio y de las minas locales en La Unión, que convertían la ciudad en una pieza clave para la exportación, supuso la edificación de numerosos edificios a lo largo del siglo XIX y principios del siglo XX.
Mañana: la Cartagena más marinera
Hablar de Cartagena más marinera podría parecer un oxímoron, pero realmente Cartagena es una ciudad que creció por y para el mar. Militarmente hablando, su legado es fundamental para entender la historia de España.
Con una presencia importante a partir del Renacimiento, las condiciones de Cartagena hicieron que distintas flotas y reyes centraran sus esfuerzos en fortalecer la ciudad. Prueba de ello son también los abundantes testimonios de fortificaciones, muchas de ellas visitables, que circundan la ciudad.
Ya de nuevo en el casco histórico, la mar se abre campo en edificios como el antiguo Hospital de Marina, de estilo barroco, o construcciones como la Escuela de Guardiamarinas, además del Arsenal –la lástima del arsenal es que sólo se puede ver su monumental portada–. También, en la misma ruta, acercarse al Parque de Artillería es un gran plan, pues es la sede del Museo Histórico Militar.
Sin embargo, ninguna expedición a Cartagena debería esquivar la visita al Museo Naval, uno de los más importantes de España, y donde se conserva el submarino original Peral, diseñado por el ingeniero cartagenero Isaac Peral, y que tiene el honor de haber sido el primer submarino de la historia.
Comida: Magoga, la estrella Michelin cartagenera por excelencia
Magoga, si hablamos de gastronomía, es la parada obligada en Cartagena. El único estrella Michelin de la ciudad tiene además dos soles Repsol. Encabezado por el binomio María Gómez, de Fuente Álamo, y Adrián de Marcos (madrileño), Magoga se ha consolidado desde su apertura en 2014 como un restaurante gastronómico donde se siente el sabor de la zona por los cuatro costados.
Antes, una de nuestras sugerencias es nutrirse de algunos productos (si queremos llevarnos un buen souvenir de la zona) en el Mercado de Santa Florentina, especializado en pescados. También hay varias paradas de frutas y verduras, a muy buen precio, y algunos puestos de salazones y encurtidos donde recomendamos comprar productos como la mojama o el bonito en salazón.
Tarde: uno de los mejores cascos urbanos modernistas de España
El recorrido no debe dejar de lado una visita a la basílica de la Caridad, dedicada a la patrona de la ciudad, y que es además una de las mejores colecciones de pinturas y esculturas del barroco español e italiano.
A ello se suma una bien dotada colección de construcciones modernistas, siendo Víctor Beltrí –nacido en Tortosa– el gran artífice de la reconstrucción de Cartagena tras la rebelión cantonal. Entre sus obras, casi todas en el centro de la ciudad, podemos encontrar referentes como Villa Calamari (hoy en situación de abandono) o la Casa Zapata, así como la Casa Maestre, que se inspiró en la Casa Calvet de Gaudí.
De esta manera, la burguesía cartagenera contrató a Beltrí para algunos de sus grandes encargos, como también sucede con el Gran Hotel, cuyo revestimiento en piedra y ladrillo lo hacen impresionante, o la Casa Llagostera. Tampoco conviene evitar una pasada por delante de la Casa Cervantes o el también imponente Palacio de Aguirre.
Cena: a pie de puerto
Una buena forma de cerrar la visita a Cartagena es dejarse caer por el restaurante Alviento. En pleno puerto de Cartagena, Alviento es un restaurante que podemos considerar de moda, en el que encontrar una carta creativa y original donde la fusión abunda, especial a lo oriental.
Tatakis, tartares, pescados del día y una buena selección de arroces, como el arroz al caldero, llenan una propuesta sencilla y sin complicaciones que resulta perfecta para una cena, pero también para comer con las impresionantes vistas del puerto.
Imágenes | Magoga / Mi Mare / Sergio González / Cul Qapta / Turismo Región de Murcia
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