A pesar de que en medio mundo los huevos se toman más en el desayuno, para mí siempre pertenecen más al ámbito de la cena. Nunca faltan en la despensa y te apañan la última comida del mía en un santiamén, especialmente si los combinamos con verduras de temporada y en forma de tortillas.
Mucho más fáciles y rápidas de cocinar que la tortilla de patatas, la versión más ligera con hortalizas como el calabacín es perfecta para la cena, fácil de hacer en formato individual o familiar, para tomar tal cual o hacer bocadillos o montaditos con algo de pan. Y puesto que el zarangollo me apasiona, no es de extrañar que la tortilla de calabacín sea mi favorita.
Con una base de cebolleta pochada a fuego lento, casi caramelizada, o a veces solo con la cucurbitácea, es una tortilla jugosa, ligera, sabrosa y muy fácil, que admite también añadirle al relleno algo de queso o hierbas frescas, según lo que tenga en la nevera en esos momentos. Queda estupenda enriquecida con sobras de pollo asado o con gambas cocidas, y se puede gratinar al horno con queso rallado que funda bien.
Acompañada de una ensalada sencilla, mezcla de brotes verdes o simple tomate aliñado con buen aceite, es una cena simple y rápida, pero bien rica y muy saludable.
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