Dice mi marido que tengo una memoria gastronómica enviadiable y puede que tenga razón. Recuerdo, como si fuera ayer, la primera vez que probé el pesto de albahaca. Puede que haga casi 20 años de ello y todavía me acuerdo de dónde lo comí, quién me lo dio a probar y cómo estaba combinado. Nos los sirvió de aperitivo mi cuñada menor, en su casa de Londres, untado sobre unas tostas sobre las que descansaban varios tomates secos y unas virutas de queso parmesano.
El pesto de albahaca, aunque hay otras versiones de pesto sin piñones con otros ingredientes, me resultó maravilloso y caí en sus redes de manera instantánea. De desconocer por completo esta salsa tradicional italiana para pasta, pasé a tenerla siempre disponible en mi despensa. Por aquellos entonces, ignoraba que su elaboración fuera tan sencilla, que la versión casera resultara tan sumamente sabrosa y que no sirve solo para hacer una estupenda pasta al pesto. Ahora la hago yo y ya no hay vuelta atrás. Os cuento cómo.
Separamos las hojas de albahaca del tallo (no lo utilizamos porque amarga y estropea el resultado), las lavamos y secamos a conciencia. Para ello, las extendemos sobre una hoja de papel absorbente de cocina, colocamos otra hoja encima y presionamos ligeramente con la palma de la mano, con cuidado de no romper ninguna hoja.
Eliminar toda el agua es un paso imporantante, así que hay que tomárselo con calma. La albahaca es una planta muy delicada que tiene a oxidarse con facilidad. Cualquier gota de agua o cualquier desgarro de las hojas producirá un cambio en el color de nuestro pesto, volviéndolo oscuro en lugar de quedar verde brillante y claro.
Mientras las hojas de albahaca se secan, pelamos los dientes de ajo, los cortamos en dos, a lo largo, y retiramos el gérmen. Tostamos los piñones en una sartén, sin aceite. Colocamos todos los ingredientes en el vaso de un robot de cocina, junto con la mitad del aceite y una pizca de sal, y trituramos.
Cuando hayamos obtenido una papilla y no se aprecien trozos de piñones ni de albahaca, dejamos de triturar para añadir el resto del aceite. Trituramos de nuevo, sólo para integrar el aceite, y ya tenemos nuestra salsa de pesto de albahaca listo para utilizar.
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Con qué acompañar el pesto de albahaca
El pesto de albahaca es una salsa muy versátil. En casa la utilizo, generalmente, para acompañar pastas, aliñar ensaladas, como sustituto de la salsa de tomate en pizzas o untada sobre rebanadas de pan con huevo revuelto por encima, o tuneada para aperitivos. Las posibilidades son infinitas.
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