Ya sabéis que me encantan las recetas tradicionales y que siempre ando con el radar encendido por si se cruza en mi camino alguna que no haya probado ya. Pues bien, hace apenas unos días me topé con el zanguango y caí rendida a sus pies. Se trata de un plato típico de Albacete que se elabora a base de patata, tomate, bacalao y huevo.
Ingredientes muy nuestros, presentes en infinidad de platos tradicionales de la gastronomía española. Hoy ampliamos nuestro repertorio con esta criatura. Lo podemos servir con rebanadas de pan tostado, extendido por encima o comerlo con tenedor tal cual veis en la foto de portada. De cualquier manera va a estar rico.
La combinación de ingredientes es muy acertada. Casan a la perfección y el resultado es un bocado meloso y cargado de sabor que resulta adictivo. Es clave hacerse con un buen bacalao desalado, ya sea en formato lomo o migas. Si compráis estas últimas, tardaréis menos de desalarlo y os ahorraréis tiempo y esfuerzo.
Ponemos en remojo las migas de bacalao durante, al menos, ocho horas y bien guardado en la nevera. Cambiamos el agua un par de veces o más si lo consideramos necesario. Escurrimos y secamos con papel absorbente. Ya lo tenemos listo para usar.
Cocemos el huevo en agua hirviendo con sal durante diez minutos. Lo refrescamos en agua helada y lo pelamos y lo picamos. Picamos también las nueces. Reservamos ambos ingredientes.
Pelamos y troceamos la patata en cuartos y la cocemos durante unos 15 minutos (o hasta que esté tierna) en una cazuela con abundante agua junto con los tomates secos. Sumergimos el bacalao en la misma cazuela y lo cocemos tres minutos más.
Retiramos la patata y el tomate del agua y los machacamos con un tenedor, añadiendo un poco de aceite y un par de cucharadas del agua de la cocción. Sazonamos y añadimos el bacalao bien escurrido, el huevo picado y las nueces troceadas. Servimos decorado con unas hojas de perejil fresco y acompañado de unas rebanadas de pan.
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Con qué acompañar el zanguango
Diría que es casi obligatorio acompañar el zanguango con unas rebanadas de buen pan, pero lo cierto es que se puede servir por sí solo. Resulta ideal para compartir a la hora del aperitivo, en plan tapeo, aunque cuando lo pruebes te lo vas a querer zampar enterito.
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