Esta receta de pollo es un plato clásico de la cocina catalana que siempre triunfa, por su sabor, por su salsa y por la combinación de sabores y texturas que resulta tan agradable. Este pollo rustido en una cazuela de hierro queda tierno y es perfecto para una comida familiar.
Podéis calcular que necesitaréis medio pollo por cada dos personas que vayan a comer, por lo que con un pollo podréis sacar cuatro buenas raciones, incluso más si preparáis una guarnición y un entrante.
La receta no tiene ninguna dificultad y se hace prácticamente sola, dentro de la cacerola, teniendo que estar únicamente vigilando y moviendo las presas de pollo cada cierto tiempo, para evitar que se agarren al fondo. Os animo a probarla.
Hidratamos las ciruelas en agua caliente durante treinta minutos. Troceamos el pollo en presas, cortando después las pechugas en tres trozos y los contramuslos en dos. Los ponemos en una cocotte y los doramos con tres cucharadas de aceite de oliva dándoles la vuelta de vez en cuando hasta que todos tengan un poco de color.
Mientras se van dorando, picamos la cebolla en brunoise y la añadimos a la cazuela junto a los ajos sin pelar. Agregamos una copa de vino rancio o en su defecto de brandy o cognac y tras subir el fuego para evaporar el alcohol, añadimos el caldo de pollo casero y las ciruelas y lo llevamos a ebullición.
Tapamos la olla y cocinamos durante 40 minutos a fuego bajo, dando la vuelta a las tajadas de pollo cada diez minutos. Probamos y rectificamos de sal y pimienta. La salsa debe tener un sabor intenso y un toque dulzón. Apagamos el fuego. En una sartén doramos unos piñones y cuando sirvamos el pollo a la catalana, los esparcimos por encima.
Con qué acompañar el pollo a la catalana
Para acompañar esta receta de pollo a la catalana, podemos recurrir a los tres clásicos. Bien unas patatas fritas, bien una ensalada de lechuga y tomate o bien un cuenco de arroz blanco. Queda a vuestra elección.
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