En el mundo de los grandes misterios domésticos —cómo doblar correctamente una sábana bajera, o qué hacer con los calcetines desparejados—, la forzada longevidad del estropajo raramente ocupa un lugar destacado.
Y, sin embargo, ahí está: testigo silencioso de nuestras peleas diarias contra los restos de salsa pegados, los fondos de sartén quemados y las manchas imposibles de las tazas de café resecas. Por eso, descubrir que cortar una simple esquina puede alargar su vida útil suena, como mínimo, a truco menor aunque no lo es.
Para empezar, el estropajo sigue siendo una herramienta insustituible en la cocina y lo será durante largas décadas. Y como todo lo que sufre un desgaste constante, gestionar su uso con buena estrategia es fundamental para evitar que acabe acumulando más bacterias que limpieza.
La cuestión es sencilla: marcar los estropajos con un corte discreto sirve para identificar su ciclo de vida y asignarles un propósito claro antes de jubilarse. Es una forma sencilla de saber en qué situación se encuentra.
Ciertamente, el estropajo tiene fecha de caducidad. Y no solo porque se desgaste físicamente, sino porque es un caldo de cultivo perfecto para gérmenes si se mantiene en uso más tiempo del necesario.
Por eso, cortar una esquina no es simplemente una manía organizativa: es un sistema sencillo y efectivo para recordar cuándo toca reemplazarlo o degradarlo a tareas menos delicadas. En realidad, la mecánica es simple.
Distinción rápida
Al estrenar un estropajo, se le practica un pequeño corte diagonal en una esquina, lo que permite distinguirlo rápidamente de otros que estén en rotación. Cuando el desgaste empieza a notarse —ya no raspa como antes, o su color comienza a desvanecerse—, se puede hacer un segundo corte.
Esta segunda incisión (que hay que hacer en otra esquina) sirve para indicar que pasa a tareas secundarias: limpiar superficies menos críticas, como la encimera o incluso utensilios del jardín.
Así, cuando un estropajo termina con dos esquinas cortadas, queda claro que su ciclo útil está a punto de concluir. En ese punto, puede destinarse a limpiezas más agresivas y puntuales, como quitar polvo de herramientas o fregar baldes, antes de acabar definitivamente en la basura.
Foto | Kaboompics.com
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