Podría decirse que la civilización egipcia era una civilización pegada a un río. Separar al Nilo de la historia de Egipto es imposible, habiéndose convertido en una entidad indivisible desde hace milenios. Si bien es cierto que los tiempos de gloria del imperio de los faraones se remontan a muchos años en el tiempo, la realidad es que aún hoy, el Nilo marca el tempo de un país que, en función de cómo venían sus aguas, podía hacer temblar a toda la nación.
Cambiaría buena parte del guion a finales del siglo XIX y, sobre todo, ya en el siglo XX cuando las distintas obras hidráulicas que se han acometido en el cauce del Nilo han permitido regular su flujo, minimizando sus terribles crecidas y maximizando los años con caudales más flojos, embalsando sus aguas y permitiendo que Egipto, en circunstancias normales, pudiera respirar con más tranquilidad.
Sin embargo, una civilización no pasa a la historia y se tiene como referente por cuestiones menores. Conocidos por ser portentosos arquitectos, los egipcios no sólo han escrito numerosas páginas de arquitectura a costa de las icónicas pirámides. Tampoco de sus maravillosos templos, algunos de ellos, como sabemos, tuvieron que ser desmontados pieza a pieza, curiosamente, por la construcción de distintas presas a lo largo del curso del Nilo.
Aquí es precisamente donde nos queremos detener con una herramienta de altísima precisión que el Imperio egipcio comenzó a desarrollar alrededor del año 2.500 antes de Cristo y que ha pasado a la posteridad como nilómetros.
Una de las virtudes del río Nilo, además de ser navegable y arrastrar consigo limos de gran fertilidad, era su regularidad. Este factor fue el que permitió la aparición de los conocidos como nilómetros. Si bien es cierto que los primeros se remontan a los años antes citados, los que hemos conocido con posterioridad son algunos que se construirían siglos más tarde.
Qué es un nilómetro
El ingenio, en esencia muy sencillo, no dejaba de ser una especie de pozo. Situado en las orillas de los ríos, los nilómetros eran un pozo o galería con escaleras, construido en piedra, que permitía marcar el nivel del agua a medida que el caudal del río subía o bajaba.
A través de un registro en las paredes, los egipcios marcaban los niveles de agua que había alcanzado el río, dejando patente las grandes crecidas y las pequeñas, pero también significaban aquellas crecidas que eran particularmente buenas para la cosecha.
Lo curioso también es que a los egipcios no les interesaba tanto saber que se produciría una inundación, pues esto era evidente conociendo la regularidad del Nilo, sino a qué altura iban a llegar las aguas ese año. Gracias a este sistema, los agricultores podían saber qué tipo de tareas tendrían que llevar a cabo en sus tierras, además de poder controlar mejor el sistema de distribución de aguas con diques y canales.
Una cuestión fundamental que también repercutía en el cobro de impuestos. Con la autoridades sabiendo cómo de crecido iba a ir el Nilo se podían medir, hasta cierto punto, las productividades de los terrenos agrícolas que el río anegaba a su paso, lo que también facilitaba la tasación de las producciones.
Todo un prodigio de desarrollo técnico a partir de un elemento muy rudimentario que fue evolucionando. A partir de los nilómetros, los egipcios desarrollaron toda una serie de trabajos vinculados al agua y al cauce del Nilo como jefes de riego, jefes de dique y de una red de inspectores, encargados de controlar las subidas del Nilo, que transmitían la información a los mensajeros para que explicaran río abajo cómo venían las aguas y lo que se debía hacer.
Como es lógico, los puntos donde se instalaron los nilómetros no eran casuales. Aunque había varias decenas, el paso del tiempo ha ido haciendo desaparecer muchos, quedando para el recuerdo algunos nilómetros especialmente relevantes como el del templo de Karnak, en Tebas, o el que se situaba en Menfis, ya en el delta del río. También sucedía así con el de la isla Elefantina, en Asuán, que se encuentra encima de la primera catarata del Nilo.
Decimos que no es casualidad porque los nilómetros también se instalaban en las partes que más condicionaban la inundación. Por ejemplo, el de isla Elefantina era muy importante porque marcaba el punto de entrada de la riada en Egipto. Del Menfis, por su parte, ya en el final del río, permitía comprobar el nivel de inundación que iba a recibir el delta.
Además, lo cierto es que los nilómetros han estado en uso hasta el siglo XX, cuando se termina la construcción –también casi faraónica– de la presa de Asuán, a mediados de la década de 1960, que ya estabilizó las crecidas del río e inutilizó a los milenarios nilómetros, que habían utilizado desde las civilizaciones antiguas hasta griegos, romanos, islámicos… Incluso el Egipto moderno.
Imágenes | Hamada Al Tayer Mota / Central Administration Of Information Documentation Department / Ehab Ali
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