MasterChef se acerca al ecuador del programa, con la clásica repesca, y arrastrando todos los elementos que menos nos gustan del concurso. Pese a que los aspirantes deberían cocinar cada vez mejor, la dinámica entre concursantes, azuzada por los jueces, hace que la parte de reality del programa se imponga sobre el concurso en sí, que es cada vez más arbitrario.
Ya en la primera prueba se ha dejado claro que aquí lo de menos es aprender a cocinar. Los aspirantes tenían que robar ingredientes a sus adversarios, a partir de cestas con 15 ingredientes como sepia, alcachofas, cebolleta, aguacate, angulas de campo, avellanas, ajo… Los aspirantes podrían robar a sus compañeros de uno a 10 productos, por lo que ha vuelto a quedar claro qué concursantes levantan más enemistades.
Los aspirantes se llevan tan mal que cuesta creer que no forma parte de un guion. Un guion que permite alargar el conflicto y generar situaciones totalmente arbitrarias, que nada tienen que ver con lo que cabría esperar en un concurso de cocina. Tras los robos, Teresa se ha quedado sin ingredientes y no ha podido siquiera cocinar. Otros concursantes tenían solo uno o dos ingredientes, y ¿qué plato vas a presentar con solo una cabeza de ajos? ¿Y solo con avellanas y germinados?
Los que tenían un solo ingrediente tenían que dedicarse a hacer texturas, pero los que tenían tres o cuatro tenían que encajarlos en un plato con sentido, y tampoco era fácil. Salvo contadas excepciones las elaboraciones dejaban mucho que desear: solo Luna y Sara han presentado platos decentes, y han sido las capitanas de la segunda prueba.
Desastre olímpico
En la prueba de exteriores el concurso se ha desplazado al Centro de Alto Rendimiento de Madrid, donde entrenan algunos de los deportistas de élite más importantes del país. Allí se ha celebrado la típica repesca, con todos los concursantes ya expulsados.
Los equipos, seleccionados esta vez al azar, han tenido que elaborar un menú diseñado por Saúl Craviotto, piragüista con cuatro medallas olímpicas y ganador de la segunda edición de MasterChef Celebrity.
Cada expaspirante ha tenido que cocinar un entrante distinto, que Craviotto ha asignado a dedo: crema de porrusalda con mejillones y alga nori, tabulé con caballa salsa de yogur y menta y rúcula crujiente, espuma de colifor con huevo poché, anchoa y crema de oliva negra; salmón marinado en salsa de ostra con wok de verduras y su piel crujiente; ensalada de pollo a baja temperatura; raviolis de boniato con salsa de espinacas y gorgonzola; y rosbif con boletus y esferas de mostaza.
Los concursantes han tenido que cocinar los platos principales y los postres: merluza en salsa verde con berberechos y verdinas; pato con ragú de crestas y consomé reducido; deconstrucción de tarta de calabaza; y cerezas salteadas con helado de lichis rosas y crujiente de cereales.
Con tanto plato el cocinado se ha hecho un poco pesado, y tanto los concursantes como los expulsados han ido a matacaballo. Son pocos los platos que han salido en condiciones y no parecía que hubiera mucha cantidad: más de un deportista se ha quedado con hambre.
Ni el equipo rojo ni el azul han presentado buenos menús, pero había un claro perdedor: el equipo azul, capitaneado por Sara, que ni si quiera ha logrado presentar el postre.
Respecto a los exaspirantes, poco bueno se podía decir. Todos los platos eran bastante malos y, además, muy escasos, así que, por primera vez, los jueces han decidido no repescar a nadie. Aunque eso no era del todo cierto.
¿Repesca o eliminación?
Como en la prueba de exteriores no habían eliminado a nadie, los jueces han invitado a la última prueba a cinco de los aspirantes que se quedaron a las puertas de conseguir una plaza en MasterChef en el casting.
Para poner a prueba a los concursantes ha visitado el plató Alejandra Rivas, quien ha revolucionado el mundo de la heladería y junto a Jordi Roca consiguió hacer realidad su sueño con Rocambolesc, el spinoff dulce de El Celler de Can Roca. Rivas ha presentado algunos de sus últimos helados, pero no era esto lo que tenían que hacer los concursantes, sino un postre de bizcocho, con merengues, caramelo y algodón de azucar que los concursantes tenían que hacer con ayuda de los exaspirantes en 90 minutos.
Dado que las parejas de esta noche apenas se conocían han cocinado más compenetradas, sin los piques que ya arrastan los concursantes que llevan siete semanas en el programa, pero esto no quiere decir que lo hayan hecho todo bien. Este postre no era de los más difíciles de MasterChef, pero había varias elaboraciones complicadas como la cúpula de caramelo, el merengue o el bizcocho con la que los concursantes se han atascado.
Al trabajar en parejas, los candidatos de la repesca han corrido la suerte de sus compañeros. Andy y Carlos han presentado el mejor postre con diferencia, así que el comercial gaditano ha sido proclamado nuevo concursante de MasterChef pero ¿cocinaba mejor que sus compañeros? Pues ni idea. Sencillamente, a Andy le ha salido bien el cocinado y ha tenido suerte.
La aspirante que peor postre ha presentado ha sido Sara Lúa, que ha sido la expulsada de este programa.
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